sábado, 27 de junio de 2015

El recuerdo de tu voz, la sensación de sentirte dentro mío. La cancha de Racing decora el paisaje que se aprecia desde el balcón. Avellaneda nunca se apaga.
Los besos en el ascensor, ese amor que duraba 10 pisos. Las charlas esperando el colectivo, las peleas con las piernas que hacíamos en el viaje.
La risa infantil, tierna e inocente que tenías cuando te hacia cosquillas. Esa cosa de esconderte debajo de la remera.
Tu indecisión a la hora de vestirte para salir, tus pantalones nuevos, tu placard lleno de camisetas de la Academia.
Las copas de vino, el fernet de las 3 de la mañana. Los besos en la mesa interrumpidos por Hono. El brillo de tus ojos rojos y lo colgado que te ponías cuando fumábamos.
La mañana del día siguiente, la fiaca en la cama y el abrazo eterno.
Las sabanas eran nuestra jaula.
Los mates de desayuno del domingo. Tiempo Argentino y Página/12. Mercedes sosa y su Cantora. La despedida.

El próximo diluvio te vuelvo a ver.

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