domingo, 1 de mayo de 2016

Ajedrez

Suerte que nos cruzamos.
Desgracia que nos hablamos.
Suerte que nos vimos.
Desgracia que nos besamos.
Suerte que viniste.
Desgracia que nos desnudamos.
Suerte que te quedaste.
Desgracia que hiciste el desayuno.
Suerte que te quiero
Desgracia que yo también.
Suerte que te extraño.
Desgracia que te creo.
Suerte que quiero que vuelvas.
Desgracia que nunca me fui.
Suerte que viajo con vos.
Desgracia que no sabemos a donde.
Suerte que me haces reír.
Desgracia que vos me haces llorar.
Suerte que soy rey.
Desgracia que soy subdito.
Suerte que soy libre
Desgracia que yo ya te pertenezco.

domingo, 6 de marzo de 2016

Alfileres y almohadas.

El dolor ajeno, el dolor que no me pertenece y al mismo tiempo es tanto tuyo como mio. Una lagrima colectiva.
El dolor que, como una aguja atraviesa un ojo, nos atraviesa a todos. Un rio de sangre que corre por nuestros pies, nos inunda la habitacion hasta ahogarnos.
La vida que como un suspiro se va, la vida que como el humo se esfuma. El abrazo que nos falta y la soga que nos ahorca.
La ausencia que nunca deja de estar, la risa que nos desgarra las entrañas, los ojos que jamas se cierran.
La tempestad que nos despierta y el sol que nos duerme.
El nudo en el pecho que nos aprisiona en una jaula que no tiene cerrojo. Esa llave que la tiene el que no esta.
Las manos que, aferradas hasta hacerse una sola piel, estan separadas en dimensiones terrenales y celestiales. La luz de una mirada que se apaga. Una luna que alumbra pero no esta.
El terror de la soledad, el consuelo de saber que siempre estas.

lunes, 15 de febrero de 2016

Carne verbo (II)

El comedor, la televisión.
La mesa y las 3 de la mañana.
Dos vasos, dos voces.
Más palabras. Ojos de un lado y ojos del otro lado.
Una sonrisa inocente y una risa cómplice de un misterio.
Atronador silencio.
Un beso, otro silencio.
El nudo del pecho y la garganta.
Viento, brasa y fuego.
El balcón. El vacío.
El fin.

Carne verbo (I)

El pacto, el mensaje,  el remis. Viaje y mariposas en la panza. Lanus-Avellaneda. El edificio, una dirección. (Lavalle 50).

La puerta, la espera, la incertidumbre. De nuevo el mensaje. El malentendido, el umbral.
La llave, el hall de entrada, la noche. El diálogo de cortesía,  la pregunta de siempre.
Otra puerta, el ascensor, el espacio mínimo,  el aire compartido.
Los labios y su código.  Los labios y su magnetismo.
La piel. Su piel. La nuestra.

La ultima puerta. La llave.
El gato, la mesa y la silla.

Un día de verano (II)

Sos como las estrellas que en el fulgor y la vorágine de la noche  artificial no se ven y aparecen solamente en la austeridad del campo abierto, abrazandote como un mar helado que acalambra hasta el más mínimo de los músculos. Paralizandote. Sofocando. Una soga al cuello.
Las estrellas.

Un día de verano. (I)

El autoflagelo emocional. La consciencia del dolor.
Cada recoveco de mi cuerpo sabe de vos. De vos y del astros.
Cada rincón del universo no sabe nada de mi, una vorágine incontrolable.
Mi sangre hierve al oír tu nombre, mis huesos se quiebran cuando te veo pasar y mi corazón implosiona en mil latidos que gritan tu voz.
Recojo mis pedazos desperdigados por toda la habitación, afuera, un averno de recuerdos. Bebo mi sangre lamiendola del suelo, me embadurno en ella. El goce de bañarme en ella.
El sabor de la ausencia.
Arrancó pedazos de mi carne, me relamo cada añico que queda.
Detono en un regocijo que se retroalimenta del mismo suplicio. Cada grito de placer, un lamento más. 

martes, 1 de diciembre de 2015

(III)
Arranca
Arrancame
Dale, si yo sé que te encanta.
Arrancame la carne.
Despellajame hasta que la sangre no tenga donde escurrir.
Arrancame los besos que nunca te di.
Arrancame los ojos de una sonrisa a la vez.
Destruime los oídos.
Arrancame el amor del pecho con un solo "te quiero".
Arrancame cada lágrima.
Arrancame el corazón a mordiscones.
COME. ARRANCA.
Que en la oscuridad de la noche y en lo silencioso de tu habitación, nadie se va a enterar.