domingo, 2 de noviembre de 2014

Es increíble el poder que puede ejercer sobre mí un domingo de lluvia (ya sabemos lo que implica el domingo, y más con lluvia). Tengo una fijación con las tormentas, la lluvia y los relámpagos (cualquier similitud con el perfume de la tempestad es mera coincidencia); algo del día de hoy despertó eso que estaba dormido dentro mío, las ganas de volcar todo lo que me pasa en unas simples líneas. Quizás es tan grande el berenjenal en el que me encuentro que ni escribiendo puedo descomprimir un poco, quizás enredaste tanto la lana que no se puede volver a formar el ovillo. Sí, fue eso; pateaste todo y nunca volví a ordenar.
Lo curioso de todo esto, es que ni vos estás enterado del desorden que hiciste. Tampoco estas enterado de que te quiero ni que estoy escribiendo sobre vos, pero bueno, algún día lo sabrás o quizá no. Nunca se sabe. Hoy estamos los dos escuchar la misma lluvia y padeciendo la noche del domingo. Bajo el mismo cielo, bajo las mismas gotas, escuchando la lluvia pegar sobre el toldo del patio. Separados, pero sin embargo, juntos. Capaz así deba ser, a lo mejor la distancia es lo que nos une. Esa distancia representa lo único que tenemos. Será así? Es posible un amor donde solamente uno ama y el otro no sabe nada? Eso es amor?
Muchas preguntas y siempre termino en el mismo lugar. Vos. Me encantaría saber en que lugar estoy yo.

jueves, 23 de enero de 2014

A lo lejos la ventana, a lo cerca un verano individual. Después de la ventana sigue el balcón, luego del balcón el vacío. Ahí ya nada importa. Ni vos, ni yo, ni nosotros. Nadie.
La birra ya está caliente y el disco de Los Redondos que puse ya terminó. (Yo me pregunto lo mismo que el Indio, cómo puede ser que te alboroten mis placeres?) Solo estamos el cenicero y yo en plena charla personal, y creemos que es hora de poner otro disco de Patricio Rey y abrir otra botella; la noche aún tira para rato. Puedo apreciar el sonido del silencio, la inmensidad de la nada que me rodea. Salgo un segundo al balcón y apuntó los pies al vacío, miro hacia abajo. La vida de repente se tornó de color pastel y todo es un dibujo animado, todo transcurre a velocidad lenta; las caras de todos se deforman y parecen mascaras de cuero mal hechas. Recién me doy cuenta que mis pies aún no tocan la tierra. Abro los ojos y estoy en la cornisa, tengo medio cuerpo dentro y la otra mitad fuera de la realidad, en ese vacío donde uno ya es nada. Decido volver a entrar al departamento, seguir tomando la birra que dejé abierta y dejar que la rasposa voz de Carlos me endulce los oídos. Entre una cosa y otra le cuento al cenicero que desde que el mundo es mundo el que sabe amar tiene que aprender a sufrir y al que no sabe amar le crece la nariz.

miércoles, 15 de enero de 2014

Últimamente mi mente está repleta de tormentas. Fuertes vientos que soplan, nubes grises, lluvias torrenciales, tardes de siesta, películas sin terminar. Mi mente es una tormenta.
Miro el firmamento, está despejado, sin embargo oigo a lo lejos el ruido de las gotas golpear contra el suelo, puedo oler la tierra húmeda, puedo escuchar pasos apurados a cerrar una ventana para evitar que entre el agua, puedo sentirme a mí recién despierto viendo ver las gotas golpear contra mi ventana y, finalmente, puedo sentir que te fuiste.
Hay un tornado emocional dentro mío (otra vez el vendaval).
Tu voz ya no marca las horas ni mi vida,
tu ira ya no es mía solo tuya, 
tus golpes ya no me llegan.
Tu risa ya no es mi aire,
mi aire ya no es esclavo.
Tu cuerpo ya no es mi prisión,
mi cuerpo ya no es cautivo.
Ahora jugas solo a las escondidas,
yo juego a ser libre.
Empero estimado olvido,
querido amor mío,
vas a ser siempre mi mejor dolor y tormento.

martes, 7 de enero de 2014

Una tormenta se avecina, se oye el viento hablar entre las paredes, se ve al cielo llenarse de ira, se puede ver las luces celestiales tocar tierra. Abro mis brazos para poder sentir toda esa energía atravesar mi cuerpo y cada centímetro de mi interior. Caen las primeras gotas sobre mi cabeza, alzo la vista y dejo mojar el rostro.
Despierto, estoy en la cama con la ventana de la habitación abierta y medio cuerpo mojado por la reciente lluvia de la noche. Cierro una de las persianas, el ruido del aguacero contra el toldo me desvela, decido prender un cigarrillo (muchas cosas las soluciono prendiendo un cigarrillo, debería controlar eso.), veo el afuera y observo como el el tabaco se consume, como el fuego va quemando hoja por hoja.
Quiero saber que quiero, quiero saber porqué te quiero, quiero saber.
La noche ya esta por terminar, el alba muestra su rostro, la lluvia paró y el cigarrillo ya es ceniza.
Acabo de descubrir que confundí muchas gotas con mis propias lágrimas.